¿Por qué el precio del gas está tan alto otra vez?
Seguro que lo has notado: el gas vuelve a dar sustos. Después de un par de años más tranquilos, en los últimos meses los precios se han disparado en Europa… y España no se libra.
Vamos a ver qué está pasando y por qué se ha encarecido tanto.
Las reservas europeas están temblando
Los depósitos de gas que Europa llena cada verano —para aguantar el invierno— están más bajos de lo que deberían.
Esto preocupa a los mercados porque, si llega una ola de frío fuerte, la demanda se dispara y el gas escasea. Y ya sabes lo que pasa cuando hay poca oferta y mucha demanda… el precio se dispara.
El gas natural licuado (GNL) está carísimo
Europa depende cada vez más del gas que llega en barco, sobre todo desde EE. UU., Qatar y Nigeria.
El problema es que medio mundo está comprando lo mismo: Asia, especialmente China y Japón, compiten por esos mismos cargamentos.
Resultado: el precio del GNL sube, y con él sube también lo que pagamos aquí.
Geopolítica y sustos internacionales
Desde la guerra de Ucrania, Europa apenas recibe gas ruso, y eso ha cambiado por completo el mapa energético.
A eso se le suma la tensión en Oriente Medio (Israel–Irán, el estrecho de Ormuz, etc.), que genera miedo a que se interrumpan rutas clave de transporte.
Aunque no haya cortes reales, el simple miedo ya eleva los precios: el mercado se cubre “por si acaso”.
El “efecto invierno”: llega el gas estacional
Cada año, con la llegada del frío, sube la parte “estacional” del precio del gas.
La revisión de octubre trajo un aumento de más del 13 % en la tarifa regulada (TUR), simplemente porque el invierno está cerca.
Así que aunque el consumo no cambie, la materia prima se encarece solo por la época del año.
Las renovables no dan abasto
Cuando el viento no sopla o el sol no brilla lo suficiente, Europa tiene que recurrir al gas para generar electricidad.
Eso hace que aumente la demanda de gas incluso en países con mucha energía verde, como España o Francia (que además ha tenido parte de su parque nuclear parado).
Encima justamente en España y por culpa del apagón, estamos consumiendo mucho más gas del que consumimos el año pasado, para poder mantener la tensión y la capacidad en unos márgenes de seguridad aceptables.

¿Qué consecuencias tiene esto?
La factura del gas sube, sobre todo en las tarifas indexadas o variables.
También puede afectar al precio de la luz, ya que muchas centrales eléctricas funcionan con gas.
Las empresas que usan gas para calentar o producir materiales (vidrio, cerámica, alimentos…) notan el impacto directamente.
Y, por supuesto, las comercializadoras tenemos que ajustar precios y márgenes para no quedarnos pilladas con los cambios del mercado.
¿Qué puede pasar los próximos meses?
Depende mucho del invierno:
- Si es suave, los precios podrían estabilizarse.
- Si es duro y frío, veremos nuevas subidas.
- A medio plazo, la buena noticia es que habrá más plantas de GNL en el mundo, lo que podría aliviar la presión sobre el mercado europeo.
El precio del gas está disparado por una combinación de factores:
- Reservas europeas más bajas.
- Competencia global por el GNL.
- Tensiones geopolíticas.
- Efecto invierno.
- Y menor producción renovable.
Nada nuevo bajo el sol (ni bajo el radiador), pero sí una señal clara de que la energía sigue siendo un bien estratégico y sensible.
Si tienes un suministro de gas con contrato fijo, no te afectará en nada la subida del precio del gas, pero si por el contrario estás en una tarifa indexada puedes notar un ligero aumento del precio en tu factura.









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